Era de esperar. La merecidísima victoria de mi Real Madrid sobre mi odioso F.C. Barcelona haría resurgir a miles de madridistas del fondo de las cloacas como si acabáramos de ganar una Copa de Europa. Tampoco es eso, parece que hemos salvado la temporada y sólamente hemos ganado un partido más. Muy importante sí, pero 3 puntos al fin y al cabo.
Pero Tomás Roncero está totalmente desbocado y fuera de sí. Ha perdido totalmente los papeles, y si no leed la columnita que se ha marcado en As. La primera de ellas la tacharía como histórica, histriónica y gloriosa. Tomás Roncero en estado puro, diciendo gilipolleces sin sentido que sólo se las cree él. Estoy seguro que incluso las relee y se masturba pensando en él mismo:
E-Q-U-I-P-O. Minuto 93. Pérez Burrull pita el final. La lluvia cae sobre Madrid. Pero millones de personas ven la luz. Ellos nunca morirán. El espíritu de Bucarest ha rescatado del baúl de los recuerdos el mejor perfil del equipo más grande de todos los tiempos. Vi gente llorar en la grada de Chamartín. Han sido tres años de barbecho. Futbolístico y de títulos. Pero Raúl I de España, siempre Raúl, lideró la revuelta decibélica. "¡Madrid. Madrid!", retumbaba el coliseo del fútbol como en los viejos tiempos. "El agua que caía del cielo eran las lágrimas de Juanito", me cuenta Mateo, un madridista de bien que el viernes se casó en la Ermita del Rocío (Huelva) y como regalo de bodas dio a su esposa dos entradas para el clásico más emotivo de la última década. Raúl, siempre Raúl. Al terminar la noche más bella del último trienio reunió a Emerson, Diarra, Robinho, Cannavaro, Reyes, Guti, Becks, Roberto, Iker, Sergioman Ramos, Iván... Todos se unieron en una piña sincera, gritaron al unísono "¡Hala Madrid!" y dedicaron a la afición más entendida el triunfo soñado. Terapéutico. Justo y necesario. ¡Forza Real!
White Doblete. Este domingo de octubre quedará en la memoria. Recuerdo que hace tres lustros vi por la mañana meterle al Madrid de Corbalán y Walter un palizón al Fórum Valladolid (115-65) y por la tarde un 5-0 pletórico al Atleti de Manolete. Ayer se repitió la historia. 72-63 a los pucelanos en la matinal y por la noche 2-0 a ese Barça que tanto miedo daba a las buenas gentes que olvidan que el Madrid, por encima de entrenadores, estado de forma y circunstancias fue, es y será para siempre el más grande. La bandera del fútbol se queda aquí. Igual que la azulona de Fernando Alonso, otro campeón que lleva sangre blanca en sus venas de Don Pelayo. La gente es del Madrid (el 77%, calculo), pero había mucho tímido tapado. Este año volverán a tomar las calles. Cibeles ya prepara sus mejores galas. No es forofismo. Es análisis frío y objetivo. Messi es muy bueno. Pero está solo. Gudjhonsen es el 10% de Etoo y en dos partidos de jerarquía (Chelsea y Real) no ha metido un gol al arco iris. Y anoche nadie tuvo la oportunidad de aplaudir a Ronaldinho. De aquel 0-3 no quedan ni los cordones de sus botas. Sólo una cutre cinta roja. Menos lobos...
La vida es blanca. Me telefonean emocionados El Titi, de Medina de Rioseco, Nino y señora (los héroes de Albox), Cristian, el nieto de la Peña Gavá, los hermanos Noguero, los peñistas de Sa Pobla, Es Fortí, Alcudia, Albalat del Sorells, Parra Blanca, El 7 de Barberá, Ripoll, Cistierna, Puertollano... Todos con un subidón bíblico. La vida es blanca, bella, distinta. Hoy llueve (bueno para todos). Pero miro al cielo y me ciega un sol radiante. Gracias, Real. Siempre vuelves. Por eso merece la pena entregarte hasta el último aliento. Hay Liga. ¡Síííííííííííí!
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